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Los Seguros agrícolas en la pos-pandemia

Los Seguros agrícolas en la pos-pandemia

Dario El Observador, marzo 2019

Siempre me ha sorprendido lo poco que se habla en el Uruguay de los seguros agrícolas siendo que uno de nuestras principales riquezas, radica en nuestros campos. En vistas a ello, en ocasión de mi último libro, comentando la última Ley de seguros en el Uruguay, editado por la Ley Uruguay en diciembre de 2019, decidí interiorizarme un poco más en ellos,  no sólo en lo que dice la ley sobre estos, sino en lo que aporta la doctrina y en su realidad regional.

En vistas a ello, comenzando un nuevo año en que seguimos cursando la pandemia a causa del Covid-19, me pareció oportuno unas breves reflexiones de cómo los seguros agrícolas deberán ser visualizados y apoyados, para servir de útil herramienta de protección, sino de recuperación, de la economía en la era pos-pandemia.

 

Es claro que la agricultura es una actividad económica, intrínsecamente riesgosa. Está sujeta a una serie de impactos fortuitos de índole climática, biológica y geológica, los cuales requieren de estrategias e instrumentos de administración financiera para hacer frente a sus consecuencias. Las estrategias tradicionales de manejo de riesgos, muchas veces alejadas de la técnica del seguro, y la ayuda de emergencia que los gobiernos proporcionan ante las afectaciones mayores, ciertas veces no han demostrado ser suficientemente eficaces y oportunas para prevenir pérdidas económicas serias o para permitir una recuperación rápida.

 

Luego de un auge de los seguros agrícolas en América Latina, por las décadas de 1960 y 1970, los programas integrales de riesgos múltiples comunes en esa época enfrentaron dificultades financieras y fueron reducidos o clausurados en su totalidad.  No obstante, antes de la pandemia, los seguros agrícolas estaban resurgiendo en especial en vista de la necesidad de mejorar la competitividad en mercados de productos cada vez más integrados. Tras una larga pausa, el seguro agrícola estaba resurgiendo como tópico de interés para agricultores, gobiernos, empresas aseguradoras e instituciones dedicadas al financiamiento del desarrollo en América Latina.

 

El interés renovado se originó en una confluencia de factores: una serie de desastres naturales económicamente costosos en años recientes, la necesidad de mejorar la competitividad agrícola y los movimientos de integración que dejaban a los productores regionales expuestos frente a los agricultores de países industrializados – los cuales se benefician en mayor medida de una gran variedad de instrumentos de manejo de riesgos agrícolas, entre éstos, los seguros de cosechas-  y la promesa de que la nueva tecnología de la información y las técnicas avanzadas de modelización de riesgos bajarían los costos de desarrollo y supervisión de los productos de seguros

Ahora bien, ocurrida la pandemia, varias prioridades han cambiado ¿dónde quedan los seguros agrícolas en este contexto?

Si pensamos en la Pandemia que el mundo viene enfrentando desde el año 2020, sumado a la llamada Cuarta revolución dada por la evolución exponencial de la tecnología, parecería que los motivos antes expuesto, para el incremento de los seguros agrícolas, se ven potenciados. No obstante, los mismos no está exentos de desafíos.

 

¿Cómo podrá un país en vías de desarrollo derivar recursos para poder potenciar la contratación de los seguros agrícolas cuando su prioridad en la era pos-pandemia será la básica supervivencia de la población, sin dudas muy castigada en sus bolsillos? ¿Cómo lo logrará con una economía complicada y con prioridades, tal vez, antes, secundarias?

No debemos perder de vista que en la etapa pos-pandemia, muy probablemente los peores riesgos que las –  en especial, medianas y pequeñas-  empresas agrícolas enfrentarán, no serán el riesgo propiamente agrícola, como ser el principal riesgo de cosechas que depende de circunstancias climáticas, sino que lo serán aquellos que pueden afectar su rentabilidad y viabilidad: riesgos de precio o de mercado, riesgos de operación, riesgos financieros y hasta riesgos de activos y personales.  En este punto, la solución no la deben ni pueden dar únicamente los seguros.

La gestión de estos riesgos debe involucrar a toda la empresa y actividad agrícola, e incluso requerir el apoyo gubernamental en vistas a la trascendencia de la actividad agrícola para la sociedad, apoyo que, en el caso de involucrar a varios organismos, debe ser coordinado para no superponer esfuerzos que terminen diluyendo su eficacia.

Ahora bien, los diferentes tipos de productos de seguros agrícolas –como ser de riesgos únicos, múltiples, paramétricos y de ingresos– tienen un nicho pero deben adherirse a principios básicos de justicia actuarial y deben tratar de minimizar los problemas de selección adversa, riesgos morales y costos administrativos. En esto también, los gobiernos juegan un rol vital al proporcionar la información necesaria para medir, evaluar y monitorear los riesgos, mantener un marco regulatorio y de supervisión sólido, ayudar con el acceso al reaseguro y en la ayuda ante desastres catastróficos. Asimismo, apoyar con asistencia técnica y capacitación a los proveedores de seguros privados.

 

Frecuentemente, se argumenta que los “subsidios públicos para primas” son necesarios, a fin de que las primas sean más accesibles para la mayoría de los agricultores.  Ahora bien, en la era pos-pandemia ¿podrán los Gobiernos de Latinoamérica derivar recursos para subsidiar los seguros agrícolas?

La pregunta suena desafiante, no obstante todos quienes conocemos las bondades del seguro sabemos que los siniestros suelen ser los que terminan de convencer a los potenciales asegurados – y Gobiernos – de contratarlo y promoverlo. Los seguros agrícolas no escapan de ello, al contrario son un ejemplo tangible del respaldo que a la sociedad puede brindar ante riesgos mucha veces determinantes de la sobrevivencia de la empresa agrícola y del bienestar de la familia del agricultor .

En suma, ¿servirán los seguros agrícolas para amortizar las consecuencias socio-económicas de la pandemia por COVID 19 que ha venido asolando a la humanidad en estos años? es decir, ¿será una herramienta útil para la etapa de recuperación de las consecuencias negativas de la pandemia?.

Mi respuesta es afirmativa siempre que los gobiernos apoyen al sector tanto agrícola como  de seguros en esta especial rama, dado que los efectos negativos también repercuten en el mercado de los seguros. Se dice que en épocas de crisis, la demanda de seguros, y la baja de seguros vigentes, se multiplica, sobre todo en poblaciones como las latinoamericanas donde, en su mayoría, el seguro no es visto aun como una prioridad.

Ahora bien, también de nosotros depende el poder revertir esta tendencia, lo cual pasa en gran medida, por difundir la cultura aseguradora en todos los estratos sociales, niveles educativos y extenderla a todas las actividades económicas. Sigamos confiando en el seguro.